Portal de la Felicidad. Aventura VII

Portal de la Felicidad. Aventura VII

Despierta Celupin, es hora de ir a la Escuela le decía su madre. ¡Hoy será un día importante! No puedes faltar, le aseguró muy entusiasta.
Todos ordenados, esperando al sabio maestro Lymbhiko y con gran expectativa de la clase, pues la célula madre les advirtió a todos sus hijos e hijas que sería un gran día.
Entró el sabio maestro, vestido de una túnica muy colorida que llamó la atención de sus discípulos. Les indicó que cerraran los ojos y utilizarán todos sus sentidos, pensando en algo que les hiciera feliz. Justo en ese instante, todos estaban en un portal de arcoíris.
El maestro les explicó: Este es el “Portal de la Felicidad” para entrar aquí deben despojarse de todo miedo, tristeza o rabia, pues si alguna de esas emociones los acompaña, volverán a casa, sin poder disfrutar el viaje a este maravilloso mundo donde los colores abundan y dibujan una mejor vida para todos los que viven el momento y son felices, a pesar de las circunstancias”.
Uno a uno, iba entrando al Portal, Celupin fue el primero en hacerlo, detrás de él, Celupaz una niña violeta, de ojos profundos azul mar y que al mirarla regalaba calma. Seguidamente, Celu-x-librio un chico con cabeza en forma de balanza, poseía una personalidad de equilibrio entre lo bueno y lo malo. Detrás y muy cauteloso seguía Celukontrol, un chico peculiar, de forma circular que podía rodear o proteger a todos sus hermanos y hermanas células, si algo se salía del control.
Retrasado estaba Celuespejo, su forma era tan cristalina, que todos podían verse reflejados en él, estaba contemplando todo el lugar, flores de todos los colores, animales terrestres y acuáticos y plantas de una gran rareza y diferentes tamaños, además ríos y mares se cruzaban, era algo tan impresionante, y todo en un mismo sitio, pues aquel lugar tomaba la forma que cada uno imaginaba, lo que les agradaba, porque cada uno da una pincelada de su felicidad, a su manera.

Celupin, no dejaba de ver, oler, oír y tocar todo cuanto se posaba ante su gran ojo, pues estaba inmerso en el mundo de la felicidad, pero quería estudiar cada cosa allí existente y cuáles eran parte de aquel escenario. Mientras caminaba, pudo ver que algunas cosas al tocarse se desaparecían, otras se alejaban y otras se movían en forma de ondas.
Fue cuando un susurro del maestro vino a sus oídos: “La felicidad de uno, no es la felicidad de todos”.
Celupin, interroga:
̶ ¿maestro, pero si estamos en el hogar de la felicidad, por qué ocurre eso? ̶
El maestro le explica:
̶̶ A veces, pensamos que la felicidad es vivir en un lugar hermoso, con lujos, o mucho dinero, pero realmente la felicidad la otorga el encontrarse a sí mismo, tener control de nuestras emociones, eso permitirá que vivamos tranquilos y en paz. Todo esto, es lo que genera la verdadera felicidad. ̶