PERLA DEL CARIBE

PERLA DEL CARIBE

LA PERLA DEL CARIBE

         Contemplaba con sus ojos esmeraldas aquella fortaleza, la cual no era habitada ni por princesas, ni diosas, sino había sido construida para el dominio y conquista.  Pensó en voz alta, mientras se encontraba en el Castillo San Carlos Borromeo, y supo que desde sus inicios en el siglo XVI se construyó la atarazana o defensa, la cual sirvió como un sistema de trincheras, que la protegían de los piratas buscadores de perlas.

         Soy hija de la Diosa Vijirima, eso cuenta mi abuela. He nacido con el poder de la deidad de los mares del Caribe, y mi deber es proteger las Perlas del Caribe, de todos aquellos que la codician. No conocí a mis padres, fui criada por mis abuelos, y ellos me dijeron que mi padre fue elegido y cautivado por la belleza de mi madre, y se perdió en lo más profundo del Mar Caribe, por eso cada generación existe una elegida, quien viene a lo alto de este castillo, y se posesiona de la Ostra Sagrada, para ser su única dueña, y protectora del tesoro caribeño.

         Esta leyenda forma parte de nuestro pueblo, algunos cuentan que muchos pescadores se han perdido buscando la Ostra Sagrada. Otros dicen que, una melodía producida por un caracol de siete colores los conduce a lo más profundo del mar. Contaba con una narrativa fantasiosa el guía turístico.

         Mientras tanto, yo me había perdido en aquellas olas danzarinas, y fui atrapada por la dulce melodía. Un camino de algas marinas, en aquel hermoso arrecife como cual diamantes brillaban dentro de aquella ostra, caballitos de mar hacían de guardias imperiales custodiando un trono nácar que me daba la bienvenida como la nueva Emperatriz del Mar Caribe. Todo esto parecía un sueño o una historia fantasiosa, pero yo estaba allí, sin poder moverme, y tampoco quería escapar de aquel lugar de ensueño. Siempre desee ser alguien en la vida, ser tratada como una reina, poseer joyas, sirvientes, en fin, ser rica. Así que, si es un sueño, no quiero despertar, además haré justicia a mi pueblo, y protegeré los recursos del mar, pues ahora me pertenecen, soy su dueña. Musitó Sara en aquel lugar mágico.

         Había sido predestinada, y en aquel momento entendió porque sus ancestros habían guardado con tanto recelo aquel collar de ostras, que a simple vista no se veía tan valioso, pero que guardaban un gran misterio en su interior, y una conexión espiritual con aquel lugar sagrado de Punta de Ballena. Nadie puede escapar de su destino, y mucho menos cuando hemos sido elegidos por la deidad marina.

         Un eclipse solar se apoderó del cielo, un oleaje la había arrastrado, los rescatistas la encontraron inconsciente, entró en estado de coma. Nadie pudo contactar a sus familiares, pues no tenía ninguno. Pobre Sara, fue atrapada por el mar decían los pescadores lugareños, mientras otros más sabios decían es la elegida, ella es la Perla del Caribe.

̶  Es heredera de la Diosa Vijirima, sigue vive en cada generación, sigue protegiendo nuestro mar, dijo un viejo indígena, quien había visto el misterioso collar.

̶   ¿ a qué se refiere Don Antonio? Preguntó curioso el guía

̶    Cuando ví por primera vez a esa chica, caminando por la orilla de Punta de Ballena, percibí su poder espiritual, las olas le saludaban y ella bailaba al son de la brisa. Explicó Don Antonio.

̶   Lo cierto, que, si no despierta en un mes, los médicos la desconectarán porque no hay amigos, ni familiares que la cuiden, y eso representa un gasto para el hospital. Dijo preocupado el rescatista que escuchaba la versión de los testigos de aquel accidente lleno de misterio.

̶  No hay de qué preocuparse, si ella decidió quedarse, y no despertar su alma, ¡ya pertenece al mar!. Aseveró con sabiduría Don Antonio.  ̶

         En lo profundo del mar, estaba Sara vestida de un hermoso vestido nácar con perlas incrustadas, una corona que hacía juego con su traje y un cetro con forma de caracol, que brillaba cual arcoiris. Seguía en aquel lugar, sentía que allí pertenecía, por primera vez era feliz, era capaz de entender a todas las especies marinas. Por fin, era aceptada, por primera vez sentía un hogar, aquel hogar que nunca tuvo, desde que perdió a sus padres cuando iban a visitar la Isla de Coche, toda su familia era amantes del mar, todos eran pescadores, y todos cuidaban y cultivaban perlas, pues afirmaban eran las esencias vitales del mar, son ellas las piedras sagradas. Por ello, su ambición no era acabar con ellas, sino de cuidarlas.

         En el hospital estaba el cuerpo de Sara, se veía radiante mientras dormía, seguía inconsciente. No deseaba despertar, los esfuerzos de los médicos eran inútiles, no podían hacer nada por ella. Solo resignarse a aceptar su destino.

         Ese día el sol brilló más que nunca, un arcoiris apareció cerca del hospital, el collar de ostras desapareció del cuello de Sara, algunos dicen que se fue definitivamente, y otros siguen buscando quien robó el collar, aunque las cámaras de seguridad evidencian como una luz cubrió su cuerpo y desapareció, sin dejar rastros.

         Hoy Sara cuida el Mar Caribe, es la elegida de nuestro siglo, aprenderá a valorar el mundo, y que el tesoro más grande no es el oro, ni la plata, sino aquel que nos hace más felices. Una simple ostra puede contener la más bella joya.

Castillo San Carlos Borromeo