Sujeto social cognoscente y su sensibilidad en su cotidianidad.

El sujeto social cognoscente bajo una visión transepistemológica y sensible debe asumir su papel y llevar a cabo una verdadera Biometamorfosis (Peña, 2019), por cuanto es en su accionar que puede y es capaz de transformar su propia historia. Pero, tal transformación no se logra, si esta “sociedad, determinada fundamentalmente por procesos de producción y reproducción de la vida material, que a su vez determinan la reproducción de sus ideas, representaciones, valores”, tal como lo expresa (Marcuse, 1979, p. 49), es propicio que se apropie de aquellas vivencias que le permitan la posibilidad del cambio, para que de esta manera sea posible la biometamorfosis social.
Por otro lado, es de suma relevancia que las sociedades despierten su sensibilidad ante los fenómenos que se le presentan, que aprenda a vivir en armonía en esa interacción que ejerce constantemente en la cotidianidad. El hombre común lleva una carga de vivencias a cuestas y su yo, que no le alejan de la verdad, por tanto, ese conocimiento le va a permitir enfrentar los fenómenos, si es un sujeto sensible con lo que sucede en su entorno, que pueda comprender que esas vivencias, son aprendizaje y, por tanto, su accionar va dirigir la brújula epistémica hacia la dirección correcta en la gestión de su propio conocimiento.
En la medida que despertemos nuestros sentidos, podremos ver las multirealidades de los fenómenos, que se nos develan ante ellos, y tomar así conciencia plena, en la espiralidad existencial. Vivimos tiempos de caos, desorden e incertidumbre, pero solo el individuo como sujeto social cognoscente, quien pertenece a ese colectivo con sus vivencias, y una nueva sensibilidad, ante los nuevos fenómenos que emergen en su cotidianidad, y que prevalezcan ojos que puedan captar esa realidad nítida, clara ante él, y que sea capaz mediante una reducción eliminar toda borrosidad de todo lo que percibe, y lo conduzca a la verdad.