Mimesis

Mimesis


Con sus gafas anaglíficas, que para ella eran una reliquia de sus ancestros, y lo único que la conectaba con aquel mundo que no conoció. Las gafas representaban los avances de los primeros humanoides. Aquellos que, sin saberlo iniciaron la revolución de los androides.
Allí arrojada en su cama inflable, pasaba horas viajando en el tiempo, disfrutaba ver las civilizaciones atrasadas, pero que a pesar de todo disfrutaban del canto de los árboles al compás del sonido del viento, y con un coro de aves celestiales inmortales que acompañaron la hermosa melodía. A pesar, de vivir en tiempos donde la tecnología lo hacía todo. Ella se sentía atrapada en aquel mundo, y se preguntaba: ¿acaso sueñan los androides con ovejas eléctricas? Esa pregunta retumbó en su mente, cuando recordó ver en uno de sus viajes, a una anciana con mucha ternura diciéndole a su hijo, un general de la Dinastía Joseon
— si no puedes dormir, imagínate ovejas saltar, y cuenta una a una—
Tan pronto, aquel general cerró sus ojos, recordó las palabras de su madre, y durmió profundamente. Este episodio quedó grabado en su mente, y preguntaba a todos, si alguna vez, habían contado ovejas en sus sueños, para dormir. Por supuesto, como respuesta fue un No rotundo, ya que ninguno de ellos había sido diseñado: para soñar, para sentir, para amar. Eran simplemente, unas máquinas sin sentimientos, ni emociones. Eso, pensaron.
Sin embargo, allí estaba él, era un Andy (androide esclavo), había escapado de la esclavitud en Marte. Había sido instruido, y reconstruido para cuidar de ella, su nombre: Rachel, una cyborg hermosa, quien había sido rescatada de los estragos de la guerra nuclear desatada por unos invasores del planeta ZETAX , y que acabó con toda su generación, pero el líder un humanoide la tomó como prisionera para sus macabros experimentos, y recrear nuevos humanoides. La Tierra tenía los elementos esenciales, y los humanoides requerían de oxígeno para vivir, así que era el lugar perfecto.

Rachel, fue una chica saludable, amante de la lectura, y con grandes habilidades tecnológicas, por lo que sus potencialidades, y talento le sirvieron de gran ayuda al Dios Techno, que así se autonombró, y quien tenía como propósito reconstruir la tierra, la que él mismo destruyó, para su macabro fin, bajo su propia visión e ideas perversas de perpetuar la existencia, promoviendo la inmortalidad del hombre, su objetivo destruir todo lo que resultara inservible. Lo más triste, que muchos se vieron complacidos, y hasta se ofrecieron voluntarios. El Dios Techno, tenía el don y la elocuencia de la palabra, sabía cómo manipular el lenguaje, y por siglos fue inyectando su filosofía en la humanidad, que él mismo aniquiló después, así construyó este nuevo mundo. Rachel, pero quien había olvidado todo, solo guardaba de recuerdo aquellas gafas anaglíficas.
Techno, había diseñado las primeras máquinas con inteligencia artificial y para lograr el poder absoluto, tenía que desaparecer todo lo que se opusiera a su plan de gestación del nuevo mundo que se imaginaba. Así fue, como la civilización negada al progreso, esclavos de un sistema corrupto, en donde la desigualdad estaba latente. Se aferraron a sus raíces originarias, terminaron diseminados con un rayo infrarrojo al Abismo del olvido, o la Montaña del Pasado. Todo era pasado, estaba prohibido por los testigos hablar de ello.
Rachel era la maestra, les contaba historias en su tiempo de ocio a todos. Era la consentida del Dios Techno, la había adoptado como su hija.
Un día, los reunió a todos, y les dijo: — Vamos a formar un club de actuación— Y todos sorprendidos, se miraban aturdidos.
— no somos actores, fuimos diseñados para hacer tareas específicas— respondió un androide doméstico
—no seas aguafiestas— y se río a carcajadas Rachel
— ¿aguafiestas? ¿qué significa eso? Le preguntó otro androide
— Alguien que no se atreve a hacer cosas nuevas, en fin, el que no hace algo distinto, sino sigue una rutina—
— ¡AH, ya entiendo!
— Rachel, no es que sea eso de aguafiestas, es que eso nos retrasará en nuestras ocupaciones, y podemos ser castigados por tu padre— Refutó con preocupación el androide doméstico.
—¡Tranquilo! mi padre me autorizó, y lo haremos una hora diaria, después de hacer sus actividades. En su hora de esparcimiento. — Explicó Rachel
— ¿hora de esparcimiento? ¿acaso tenemos eso? — Replicó una Ginoides cocinera.
—¡si! De ahora en adelante lo tendrán. Se lo solicité a mi padre, ustedes también merecen divertirse, aunque sean máquinas ¿no creen?
¡ Grandiosooooooooooooooooooo! Dijeron al unísono
A partir de ahora, iniciaremos nuestros ensayos. Cada uno decidirá qué papel asumir. Les daré un guión, mañana tendremos el primer ensayo. Pueden retirarse a sus labores, no quiero que los reprendan por mi culpa.
Todos salieron. Rachel miró fijamente a los ojos de Andy, con mucha dulzura le preguntó: ¿qué te parece la idea?
Andy estaba en schok, y sentía algo extraño en su cuerpo. Se separó bruscamente de Rachel. Ella lo abrazó fuertemente, y le susurró al oído: ¡no tengas miedo, estoy contigo!
Esa noche, Andy no pudo dormir, pensó en las ovejas. El balido de las ovejas lo llevaron a un lugar que nunca había visto, y cayó en un profundo sueño. Aquel lugar era el Abismo del olvido, no estaba solo, Rachel lo acompañaba, vieron la nueva era, en donde todos eran capaces de soñar, de contar ovejas eléctricas, y que si eran capaces de tener emociones. Su sueño de ser humanoide, se había logrado.